
Llevo demasiado tiempo encerrada en este faro. Demasiado como para hacer que no sé lo que hay y pensar que tras la oscuridad se esconden monstruos misteriosos y trampas peligrosas. Tantas veces he pensado en que había algo… que ya no me hace efecto las llamadas de atención de mi cerebro. Sí, lo siento mucho. No haber jugado a pedro y el lobo.
Me dejo caer sobre el raído colchón de mi habitación, huele a humedad. Todo el faro huele a humedad. No sé como no me he acostumbrado al fuerte olor que se vive en el faro. Simplemente no me puedo acostumbrar a él, cada día es como un nuevo y desagradable olor a humedad jamás olido por mi organismo.
¡Ah! Y ahora esa estúpida canción de nuevo, la nana de mi infierno. Todos los días la misma canción. No puedo aguantarlo de nuevo. Por favor, hazla callar. No puedo vivir con ello.
Me llevo las manos a la cabeza y me acurruco en el viejo colchón. Huele a… son mis lágrimas. Lágrimas que llevan acumulándose más tiempo del que puedo recordar. No podría y aunque pudiera, jamás querría volver a aquellos temibles recuerdos.
Empiezo a contar hasta diez: uno… dos… tres… cuatro…
Pero en aquel mismo instante en que intento pasar del cuatro al cinco aparece un espíritu.
—¿Y tú quién eres? —acierto a preguntar a la vaporosa aparición.
No obtengo respuesta.
Repito:
—¿Qué quién eres? —digo con un poquito menos de inseguridad.
El espíritu me da la espalda y sigue su canción, la nana de mi infierno. Esto no puede quedar así, no voy a pasar el resto de mis días en un faro maloliente temiendo a las sombras.
Escapar era inútil. Pero quizás, ese espíritu, una anomalía en mi monotonía, podía ser la clave para dar con la salida.
La canción… estaba en mi cabeza. El espíritu… brillaba en medio del mar. Hacía llegar sus intensos rayos de luz hasta el interior de mi morada. Jamás había entrado la luz dentro. El espíritu cantaba en mi cabeza. Cantaba mientras hacía fuerza para arrojar aquella luz hacia mi ventana.
Me cuesta unos segundos acostumbrarme a la luz, entonces descubro lo que hay a mi alrededor.
Hay paz, hay amor. El terrible olor salino a humedad es sustituido por olor a bizcocho recién hecho. Te veo en la cocina y me sonríes.
Vuelvo, incrédula, la mirada hacia el mar. Pero solo hay una ventana donde los copos de nieve se acumulan.
Abuela… Gracias por tanto.
Me siento frente a la lumbre y, tú, a mi lado. Entonces ese instante de paz se desvanece ante mí. Volviendo al oscuro faro, donde bajo la almohada doy con una estaca. Mi mano palpa el objeto, intentando descubrir algo más sobre él.
Una astilla se introduce en mi dedo como tus palabras se solían meter en mi cabeza. Rápido, doloroso, no puedo apartarlas de ahí.
Miro por la ventana en busca del espíritu. Quiero volver a mi momento de paz. ¿Por qué tuvo que ser tan fugaz? Lo necesito. Necesito sentirlo, pero no consigo volver ahí. La astilla está cada vez más profunda y no puedo llegar a ella. Forma parte de mi cuerpo.
Vuelve a mí, amor.
Bases del OrigiReto2020:
Objetivo: 7- Cuenta una historia marítima o que involucre un faro.
Objetos: 1. Una estaca y 19. Una canción
Palabras: 536
Cuentos y leyendas: C- Pedro y el lobo.
Criaturas del camino: I. Espíritus.
Buenas!
Te ha quedado un relato bastante reflexivo, da la sensación de que la protagonista esté un poco loca, no sé si es la idea. Me ha dejado con muchas preguntas pero la principal es por qué está encerrada en el faro y si la aparición fantasmal es real o solo producto de su mente. Me inclino a pensar lo segundo, que la soledad del faro le haya hecho ver compañía como una especie de mecanismo de defensa.
Me gustaría saber por qué está ahí encerrada tu protagonista. De todos modos logras atrapar bastante al lector con pocas palabras y situarnos en el lugar, creo que es un acierto repetir tantas veces lo del olor, porque te hace sentirlo un poco más real.
Enhorabuena por el relato y suerte con el próximo mes.
Gracias por pasarte. Pues la idea es que el faro fuera todo una metáfora de su estado anímico y de su mente.
Nos leemos.
Este mes ya voy a poder leer relatos y estoy deseando empezar las lecturas.
Estaba volviendo a leer el relato, me da pena que nadie más se haya atrevido a dejar su teoría. El faro es la mente de la chica donde vive en su melancolía y sus recuerdos. La nana son los pensamientos intrusivos. Y la abuela es un recuerdo fugaz de su infancia, un recuerdo alegre entre tanto dolor. Espero que esto os ayude a entender el relato ^^